Remembranzas de guerras de copas (ó el matine en la decada de los 80`s del siglo pasado)

Me cae que los niños y jovenes de hoy estan pero si bien desorientados, su mundo se resume a vivir cualquier tipo de experiencia a traves del internet. Nunca va a ser lo mismo estar plantado frente a un monitor de computadora, que asistir a una sala cinematográfica con una pantallota tamaño familiar, escuchando los doctos comentarios de los vecinos mientras mastican sus palomitas con el hocico abierto, subiendo las pezuñas arriba de las butacas.

Para aquellas pobres almas perdidas que no tuvieron el gozo de vivir la experiencia de una función de matine en los años 80, me aventare un sermón que espero sea de su agrado. Empezamos.

En los años 80, cuando asistías los domingos al matinée las funciones empezaban a las nueve de la mañana y terminaban a la una de la tarde. Disfrutabas dos peliculotas por el mismo precio. Si había alguna cinta irresistible para los niños, tenías que formarte en enormes filas de media cuadra para llegar a la taquilla, pero si querías evitar la fatiga de "hacer cola", podías dirigirte con los revendedores para comprar un boleto a $40 pesos, cuando en realidad costaban $10 pesos.
Una vez que ingresabas a la sala cinematográfica, tenías que buscar asientos rápidamente, por que había señoras que apartaban muchos lugares (a veces filas completas para sus crías y parentela) y te regañaban si te sentabas en "sus" butacas.
Cuando por fin encontrabas lugar, entonces podías sacar el lonche que te daba tu mamá, gorditas, tortas, "club sándwich", leche, refrescos ó licuado, e incluso en una ocasión vi como unas personas llevaron huevos hervidos y los devoraron acompañados con sal, transformando una función de cine en un día de campo.


Si tu mamá no te obligaba a llevar lonche pero traías dinero, en las afueras del cine podías comprar alimentos de cualquier especie, sin faltar las eternas semillas envueltas en periódico; o si lo preferías, dentro del cine comprabas palomitas, hot-dogs y las legendarias copas de nieve "imperial" (de las cuales hablaremos más adelante).


Cuando se apagaban las luces y la sala cinematográfica se sumergía en tinieblas, la gente empezaba a aplaudir, y los niños que realizaban cabalgatas de reconocimiento por los pasillos, corrían histéricos de regreso a sus asientos para no perderse en la oscuridad y quedarse huérfanos. Entonces comenzaba la proyección de la película, y los chamacos se emocionaban con los karatazos de Jackie Chan y Bruce Lee; disfrutaban las espectaculares peleas de Godzilla vs. Radón, Mothra, MeckangGodzilla e incluso King-Kong; comenzaban a gritar ¡¡Santo, Santo!! Para apoyar con porras al enmascarado de plata en su lucha contra monstruos, nazis, rateros y demás sabandijas que intentaban dañar a la humanidad; reían con las ocurrencias (ahora payasadas) de Capulina; y cuando se exhibían películas del viejo oeste, salíamos oliendo a pólvora y con la boca seca de tanta tierra y paisajes áridos.

En retrospectiva, uno de los aspectos mas importantes es que en esas funciones se proyectaban cintas de todas partes del mundo, los cines no estaban plagados de peliculas comerciales gringas como en la actualidad.


Durante el intermedio, los niños se situaban bajo de la pantalla para practicar Kung-Fu, patadas voladoras o lances espectaculares, sintiéndose los héroes de la película que acababan de ver; todo eso terminaba cuando se volvían a apagar las luces o cuando se golpeaban fuerte y regresaban llorando a sus lugares. Recuerdo que en el cine Dorado 70, el piso bajo la pantalla estaba alfombrado e inclinado (en forma de rampa), por lo que se podía utilizar como resbaladilla, siempre y cuando te pusieras bajo el rabo una bolsa de palomitas (vacía) o un periódico.

Lo mas memorable de los matines de aquellos tiempos son las guerras de copas. Cuando algunos chamacos malandrines terminaban de saborear su nieve, las copas que les habían servido como recipiente eran transformadas en proyectiles: estos escuincles lanzaban las copas contra la gente, y por lo general, el ataque inicial recibía respuesta. De esta manera comenzaba una lluvia de copas en toda la sala cinematográfica, y la única forma de protegerse de estos bombardeos era escondiéndose bajo las butacas; en el fragor de las batallas incluso podías ver sandwiches y hot-dogs voladores.Las guerras de copas en las que participe (siempre como testigo), por lo general tenían una duración de 10 ó 15 minutos.
Como veterano de guerra de copas, solo en una función me tocó presenciar que la proyección fuera suspendida, y se debió a que los ataques alcanzaron la pantalla del cine. En otra ocasión, mientras me deleitaba con la película "Grizzly, el oso asesino", comenzó una guerra que solo duró 1 o 2 minutos, por que cuando estaba intensificándose el fuego, comenzó una escena en la que una atractiva mujer se desnudaba hasta quedar en ropa interior para tomar un baño en una cascada. El calenturiento público infantil suspendió la guerra de copas para chiflarle a la "mamacita" que se estaba bañando (aunque minutos después, el oso salió por detrás de la cascada y la mató).
Aquellos tiempos ya se han ido junto con los cines que eran el escenario de tan magnificos festejos: El Durango ahora es una tienda Telcel y estacionamiento, el Dolores del Rio son oficinas de un sindicato, el cine 2000 creo que tambien son oficinas de un sindicato de ferrocarriles o algo asi, el cine Principal se transformo en el teatro Ricardo Castro, el cine Silvestre Revueltas ahora es la cineteca municipal; el único que sigue en activo apropiadamente es el Dorado 70, pero ahora solo se exhiben peliculas porno (y dicen que hasta hay servicio).

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