Hace muchísimo tiempo fui entusiasta de los fenómenos sobrenaturales.
Desde pequeño me gustaba saber todo lo relacionado con fantasmas, OVNIS y demás
acontecimientos extraños. Había diversas fuentes para abrevar sobre el tema:
historias de amigos o familiares, libros, películas, revistas como El libro
rojo o Kalimán pero desafortunadamente, en televisión la oferta de hechos
insólitos era casi nula; mi memoria solo registra algunas series como Misterio
en su casa de Imevisión (actualmente TV Azteca), La dimensión desconocida o
Alfred Hitchcok presenta en Canal 5, La hora marcada y La telaraña en el canal
de las estrellas.
Las
series de televisión sobrenaturales no duraban mucho tiempo al aire, lo cual
era desconcertante porque me daba cuenta que no solamente nos gustaban a los
fanáticos del misterio, sino que toda la sociedad estaba hambrienta de chismes paranormales.
Por tal razón, cuando en 1993 llegó un programa que proponía que esas cosas no
solamente eran verdaderas sino que además el gobierno (gringo) conspiraba para
que la gente no las conociera, dicha serie se convirtió en un éxito rotundo:
Los Expedientes Secretos X.
Les comparto la siguiente anécdota como muestra de la gran aceptación que tuvieron Los expedientes secretos X: el papá de la novia que tenía en ese entonces, era un obrero que le
encantaban las historias de espantos pero nunca había visto la serie y le
presté un videocassette VHS con varios capítulos, y cuál fue mi sorpresa que el
fin de semana siguiente, mi suegro y sus cuates estaban en la sala de su casa
viendo Los expedientes X bien emocionados, y para sobrellevar las intrigas estaban tomándose unas cervezas acompañadas de botana; me invitaron pero tenía
otro asunto más importante que atender (o sea mi novia).
Por otra parte uno, de mis ídolos el mismísimo científico Carl Sagan, volteó a ver la serie y al respecto opinaba:
“Una serie llamada ‘The X Files´ (‘Expedientes X), que presta un servicio flaco
al examen escéptico de lo paranormal, se inclina claramente hacia la realidad
de las abducciones por extraterrestres, los poderes extraños y la complicidad
gubernamental para encubrir prácticamente todo lo que pueda ser interesante. Lo
paranormal casi nunca resulta ser un engaño o una aberración psicológica o una
mala interpretación del mundo natural. Sería mucho más acorde con la realidad,
además de un servicio público mucho mayor, una serie para adultos (como hace
“Scooby Doo” para niños) donde se investigasen sistemáticamente las afirmaciones
de fenómenos paranormales y se encontrara en cada caso una explicación en
términos prosaicos. La tensión dramática residiría en el descubrimiento de cómo
las malas interpretaciones y engaños podían generar fenómenos paranormales
aparentemente genuinos. Quizá podría aparecer un investigador siempre
decepcionado con la esperanza de que la vez siguiente
un caso paranormal sin ambigüedades pudiera servir al escrutinio escéptico”.
Pos me
va a perdonar mi ídolo pero aunque no se apegaran al método científico, Los
Expedientes Secretos X estaban bien chidotes, por lo menos las 5 primeras
temporadas.
Tengo
entendido que la serie renacerá de sus cenizas y ojalá que logre estar a la
altura. Mientras vemos los resultados, procuraré emitir sermones regulares donde
compartiré mis doctas opiniones sobre las aventuras de Mulder y Scully, en una forma
breve pero sustantiva. Y por supuesto, en mi primera intervención comentaré el
episodio piloto.