Hechicería, abigeato y la nota roja de 1934

Por cuestiones que no son de su incumbencia, he andado revisando diversas publicaciones periodísticas duranguenses de principios del siglo XX. 
     Me llama la atención que entonces como ahora sucedían hechos violentos, pero antaño en el periódico se daba cuenta de crímenes más atroces y actualmente casi todo se enfoca a delitos menores. Además los sucesos se relataban de forma más macabra, hoy se utiliza un tono sensacionalista.
     Para muestra un botón: les dejo un artículo del Diario de Durango, donde se dan a conocer los desconcertantes sucesos ocurridos en nuestra ciudad en 1934 que echan a volar nuestra imaginación, y que parecen extraídos de una película de terror:





¡A los separos por robarse cómics!


Por alguna razón ignota que va más allá de mi comprensión, últimamente me he sentido atraído por la nota roja o temas relacionados con la misma. 
          Pues hace una semana retozaba en las noticias policiacas del periódico y me encontré con la imagen de la parte superior, el paroxismo de un coleccionista de cómics ¿Qué pasa si no tengo dinero para comprarlos? Pos me los robo, máxime tratándose de la edición de lujo en pasta dura de la mini serie "Tormento", escrita  y dibujada por Tod McFarlane (historia trivial pero con dibujos excelentes) allá en los años 90.
          Lo que hace uno por el vicio.

México 1 - Holanda 2, en el mundial de Brasil 2014


No soy muy fanático del futbol, de hecho me cae gordo, es el equivalente masculino de las telenovelas. A sabiendas de mi postura antifutbolista, un buen amigo me invitó a un restaurante para ver el partido de Holanda contra la gloriosa selección nacional mexicana, que se jugaban el pase a los octavos de final en el mundial de Brasil 2014.

Le dije a mi amigo “A que vamos, si van a perder. Esos maletas se gastan el dinero que pago de impuestos en puras derrotas, tienen décadas intentándolo y no pueden. Es un auténtico desperdicio de tiempo y dinero”; pero mi amigo contestó: “Yo voy a pagar las botanas y las cervezas”. No pos así si voy.

La mera verdad fue hilarante ver al 90% de los comensales con playeras de la selección mexicana de futbol, matracas, banderitas tricolor pintadas en el cachete o genuinos lábaros patrios que refrendaban la educación cívica mexicana en medio de alcohol y guacamole. Los comensales cantaron el himno nacional con sentimiento genuino; como diría Carlos Monsiváis: “¿Qué es un mundial de futbol sino la enésima guerra mundial?”


Pos el partido transcurrió entre tostadas de cebiche, porras fervorosas de apoyo a nuestros delegados futboleros en Brasil, cueritos, cervezas que estaban al 2 X 1 porque era la forma en que el dueño del restaurante apoyaba al equipo tricolor, y por supuesto que la gente del restaurante también coreaba el vergonzoso grito que ahora tiene patente mexicana ¡Eeeeeeeeeeh Puto! Monsiváis nuevamente me volvió a susurrar al oído:

Fundidos en una sola voluntad, los fanáticos (que, por serlo, resultan los patriotas) apoyan al equipo con trofeos de la garganta, ademanes nerviosos, monólogos de intensidad variable, chiflidos, olas, porras, órdenes fulminantes (“¡Mete gol, pendejo”). Cada espectador – que por serlo es un experto – prodiga y niega reconocimientos, se queja del nivel del juego y lo juzga maravilloso, levanta en señal de triunfo el pulgar y le mienta la madre al infinito. En los segundos muertos adoctrina partidistamente a su vecino, a su compadre, a su mujer, a sus hijos, a la multitud.


Después del béisbol, el futbol es el deporte más aburrido del mundo. Mientras encontraba otra distracción desviando la mirada de la tele hacia las piernas de nuestra vecina de mesa, de repente todo el restaurante se estremeció, y Carlos Monsiváis me avisó:

El enemigo se acerca a nuestra meta y está en peligro la Patria, no diré que literalmente, no diré que alegóricamente. Los nuestros se aproximan a la meta enemiga y la Patria avanza, sin constituciones pero con locutores, sin tradiciones muy antiguas pero seguida de un consenso abrumador. ¡GOOOOOOL!


La locura total en el restaurante VIP en el que me encontraba: los chav@s fresas se subieron a las sillas aventándose sobre sus compañer@s de juerga, las servilletas volaron por los aires, los padres alzaron a sus bebes en lo alto como si estuvieran ofrendándolos a la TV, toda la gente pidió otra ronda más de cheve, y un par de señores ya borrachos salieron a la calle para ondear la bandera mexicana, con el propósito de que los conductores que transitaban por el boulevard también supieran la buena nueva: México 1 – Holanda 0. Nuevamente Monsiváis arremete mis recuerdos: Yo soy mexicano, por tanto me corresponde ser irresponsable, suicida, desobligado, macho hasta la multiplicación de mis mujeres, tan valeroso como mi vocación de impunidad.


Minutos antes de que se cumpliera el tiempo reglamentario de 90 minutos de partido, los comensales-futboleros se felicitaban por ser mexicanos triunfadores y porque les demostramos a esos holandeses de pacotilla que somos bien chiludos; mi amigo estaba a punto de pedir una cubeta de cervezas para festejar el triunfo tricolor y de repente ¡Gol de Holanda!. Los mariachis callaron, el júbilo mexica desapareció y la gente no tuvo chance de asimilar el golpe, porque unos minutos después se marcó el penal que no fue penal en contra de México, y el equipo tricolor por enésima vez se quedó fuera del mundial. El relajo restaurantero se convirtió en silencio sepulcral.
En lugar de las cervezas mi camarada pidió la cuenta, caminó desolado hacia el carro (casi al borde del llanto) y mientras conducía, pronuncié en su cara la sentencia obligada: ¡TE LO DIJE!, y Carlos Monsivás me secundó:

En el pasillo, alguien insiste en el “complejo de inferioridad” del mexicano. ¿No se han fijado que retrocede siempre a las puertas de la victoria, Hidalgo en el monte de las cruces, el boxeador proletario en el último round, la selección ante la portería enemiga?
            Algunas mujeres lloran. Parejas de jóvenes se abrazan desconsolados. Un adolescente gime sin subterfugios. Un señor lo alienta: “¡Ánimo! El país no se ha acabado” (¿Cómo sabe?).

Amén.

P.D. Todas las citas de Carlos Monsiváis las extraje de su escrito denominado ¡¡¡Goool!!! Somos el desmadre, que fue escrito con motivo del mundial de México 86 (y sus postulados siguen tan vigentes como entonces). Lo pueden encontrar en el libro Entrada libre. Crónicas de la sociedad que se organiza, editorial Era.

Guillermo del Toro - Corto "Geometría"

No cabe duda que Guillermo del Toro es uno de los mejores directores de mostros de nuestro tiempo, y para nuestro orgullo podemos gritar a los 4 vientos que es mexicano (me sentí bien patriota al escribir eso, mucho más que si estuviera cantando el himno nacional en un partido de la infame selección mexicana de futbol).
En esta ocasión les dejo el corto de 6 minutos llamado "Geometría", donde podemos apreciarlo en sus inicios haciendo gala de buen humor y terror. Los efectos especiales se notan ampliamente caseros pero no importa, porque están realizados con todo corazón.

Ahí les va, pues: