Alacranes somos... Va mi estatua en prenda (parafraseando a Carlos Monsiváis)


Como muchos de ustedes han de saber, el estado de Durango es famoso por ser tierra donde los alacranes se prodigan abundantemente, y en estos tiempos de calor se multiplican de forma impresionante. No obstante que hay zonas de la ciudad capital donde no hay alacranes, de todos modos aparecen de forma insospechada.
Pues bien, hace algunos años se abrió un bar llamado "El Alacrán", ubicado en Bloulevard Domingo Arrieta contraesquina de la Secretaría de Educación, y el techo del establecimiento estaba coronado por una orgullosa figura del Estado de Durango y arriba tiene un alacransote tamaño familiar.


Como suele suceder en este tipo de lugares, al principio tuvo mucho éxito y después decayo hasta el grado de convertirse en un nido de malvivientes hasta fue clausurado por que mataron a una persona. Posteriormente se transformo en un centro evangélico y ahora es un restaurante de comida rápida. A pesar de todo, el alacransote ha permanecido estoico, contemplando los cambios que han sucedido en su territorio.


Al respecto, cito textualmente a Carlos Monsiváis de su libro "Los rituales del caos":

A la decoración obligatoria de plazas y avenidas la complementa (aportación a dúo del Estado y la sociedad) la ronda del otro heroísmo, el de los símbolos de lo cotidiano...

Se ensalza el modus vivendi de los lugareños (el monumento a la Gran Jaiba en Tampico)...

Y con plena impunidad se esparce el feroz complemento de la cultura cívica, la "escultura social" (los cangrejos gigantescos que anuncian marisquerias, la zoología disneylánica de las promociones comerciales). Sea cual sea su relación con la estética, si alguna, estas promociones resultan imprescindibles en el panorama nacional. A la sociedad no le disgustan: de tanto verlas las considera autorretratos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

wohohooo!!

esa cosa si la he visto

recuerdo que en mi infancia me daba miedo

-w-

sale me retiro, cuidese muchote

byE

Unknown dijo...

Wow me trajo tantos recuerdos