Muchas mujeres que en lugar de estar barriendo y trapeando
su casa se ponen a fisgonear mi blog y me critican porque según ellas soy un
misógino, machista, cerdo intolerante y demás, debido a que realizo
sustanciosas argumentaciones sobre las verdades del género femenino, quiero
hacer de su conocimiento que en mis sermones denominados “Las mujeres están
bien locas”, he citado como referencia diversas obras de autores donde se
expone que esa fábula del “empoderamiento” de la mujer, a veces está mal
empleado.
Pero en esta ocasión no estamos ante un argumento
filosófico, sino ante un hecho real y consumado: las mujeres son una amenaza al
volante. Debido a que las viejas sienten que la calle nomás es para ellas, en
ocasiones detienen su marcha para ver los aparadores de las tiendas, van
hablando por teléfono, se estacionan en zona amarilla o doble fila para recoger
a sus crías de la escuela, o se van maquillando; y si están involucradas en un
accidente automovilístico, se convierten en la fiera más brava de la jungla de
asfalto. Simplemente sienten que nomás ellas circulan por la calle, y todos los
demás debemos aguantarles sus ocurrencias.
Para robustecer mi planteamiento, voy a reproducir
textualmente una parte del texto “El DF en bicicleta”, que extraigo del libro
“Historias del más allá en el México de hoy” autoría de Gerardo Lemmers. Es la
historia de una empresa que brinda el servicio de mensajería con ciclistas; el
autor le pregunta al mensajero Prince:
-¿Qué consejo le daría a los valientes ciclistas del DF?
-Que se cuiden del transporte público, de uno que otro loco. Y de las mujeres también.
-¿Qué tienen las mujeres?
-Esas dicen voy derecho y no me quito. Son las más peligrosas.
Para su Eminencia el Excelentísimo Monseñor Bizarro, éste es el único vínculo que debería existir entre las mujeres y los autos:
-¿Qué consejo le daría a los valientes ciclistas del DF?
-Que se cuiden del transporte público, de uno que otro loco. Y de las mujeres también.
-¿Qué tienen las mujeres?
-Esas dicen voy derecho y no me quito. Son las más peligrosas.
Para su Eminencia el Excelentísimo Monseñor Bizarro, éste es el único vínculo que debería existir entre las mujeres y los autos:
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