Siempre es una pena cuando unos padres pierden a un hijo. Pero también siempre será una pena que los medios de comunicación, en su afán voraz de ganar audiencias, lucren con una tragedia familiar.
Desde hace unos días se le ha dado una cobertura increíble a la desaparación de la niña Paulette Gebarah. Todos los días desaparecen muchos niños o se los roban, pero en el caso de ésta niña, la prensa se ha encargado de darle un brochazo de misterio al decir que desaparecio "misteriosamente", lo cual obviamente genera esa sensación de asombro que tanto le gusta sentir a la gente, ante la presencia de fenómenos sobrenaturales.
Pos yo digo que el caso de la niña está claro: o el papá o la mamá (o ambos) la desaparecieron. Ni modo que haya bajado un OVNI y se la haya llevado, o que se la haya tragado la tierra, o que unos fantasmas la hayan raptado tal como sucedio en la película Poltergeist, juegos diabólicos.
Este asunto es puro circo, me recuerda cuando hace unos años la TV le dedico un tratamiento similar al caso del chupacabras.
No se hagan bolas, los papás son los malosos, nomás vean sus declaraciones, les apuesto lo que sea (menos mi máscara) a que tengo razón.
1 comentario:
gracias a los medios nos dimos cuenta si no fuera por ellos todo hubiera que dado como si nada, la madre lo hizo y el padre fue el complice.
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